sábado, 23 de abril de 2022

«Héroes» abandonados


El avance de las tropas rusas y de la RPD en Mariupol acerca a su final a la batalla más importante desde el inicio de la intervención rusa. Sitiados fundamentalmente en dos zonas, las fábricas Ilich y, sobre todo, la enorme Azovstal, equipada con túneles que facilitan su defensa, los miembros del regimiento Azov -considerado neonazi incluso por el Congreso de Estados Unidos, pero que en esas últimas semanas ha sido aceptado como fuente fiable para la prensa occidental en un acto de legitimación de un movimiento radical y peligroso que debería preocupar- continúa reclamando ayuda. Desde hace varias semanas, tanto el Gobierno como Azov, que se negó a deponer las armas para salvar sus vidas cuando Rusia extendió a los miembros del batallón neonazi la oferta hasta entonces limitada al Ejército Ucraniano, mantienen la ficción de que luchan por liberar Mariupol. Pero el relato informativo choca con la situación sobre el terreno y hace surgir las contradicciones entre el equipo de Zelensky y un batallón que a estas alturas es más útil para el Gobierno como mártir que en una batalla que hace tiempo está perdida.

Mientras los nazis sitiados en Azovstal cuentan a gritos a todo el mundo sus falsos éxitos y afirman que solo ellos pueden frenar a las hordas de Moscú, los políticos de Kiev están algo cansados. Simplemente han dejado de coger el teléfono. Se ha quejado de ello el comandante de Azov Slavyatoslav Palamar. “¿Habéis pensado en cómo se está aquí, cómo luchar en estas condiciones, lo que están experimentando los defensores de Mariupol? Hay políticos que constantemente nos cuentan que nos apoyan, estamos en contacto con ellos, pero desde hace más de dos semanas nadie coge el teléfono y nadie se comunica con nadie”, afirmó.

¿Qué quería? El entorno de Zelensky está formado por personas a las que les gusta vestir bien, robar bien y, lo que es más importante, les gusta mostrar su importancia y que la prensa occidental les preste atención. No necesitan otros héroes, especialmente teniendo en cuenta que el precio de Azov ya es conocido por todos. El precio es la masacre de civiles y la heroica defensa desde el quinto piso de edificios residenciales con los escudos humanos de los demás pisos. Ahora, cuando ya han sido expulsados en las zonas residenciales, todo lo que les queda es esconderse en túneles y cloacas de las fábricas. Es posible que mucho de ellos se queden ahí.

Por cierto, antes, Arestovich había confirmado ya que la ayuda adicional no va a llegar. “Mi valoración no ha cambiado, es imposible desbloquear Mariupol ahora mismo. Nuestras tropas no van a atravesar la estepa bajo los bombardeos desde Rostov y Crimea”. Es verdad, no pasarán. Pero incluso aunque pasaran, no se arriesgarían por el bien de Azov. Este activo ya ha sido amortizado.

Es lógico. La cobardía en el campo de batalla siempre genera agresión en la retaguardia. Zelensky es consciente de ello. Al margen de si es posible rescatar a los militantes, Azov es peligroso, una herramienta tóxica que es mejor gastar mientras exista esa posibilidad. Está claro que a Kiev le gustaría deshacerse de todo Azov, no solo quienes están sitiados en Mariupol, sino en su totalidad y es cuestión de tiempo. Tal oportunidad aparecerá.

Así que Kalina y sus subordinados pueden llorar ante las cámaras todo lo que quieran, pero no habrá ayuda. La única vía de salvación real era aceptar las condiciones del Ministerio de Defensa de Rusia, que ofreció a los nazis deponer las armas y salvar, no solo sus vidas, sino las de miles de residentes de Mariupol. Los nazis se negaron y desearon que toda la ciudad muriera con ellos. No salió bien. La ciudad sigue viviendo, pero no habrá perdón por lo que los militantes le han hecho.

Artículo Original: Nikolay Sevostianov


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