Estados Unidos planea instalar nuevas bases en Siria, dando así continuidad a sus planes contra la soberanía e integridad territorial del país árabe.
A modo de nueva prueba que demuestra la existencia de un cambio en los planes de EE.UU. para Siria, las fuerzas estadounidenses, acompañadas por fuerzas kurdas, han realizado el primer patrullaje en los alrededores de los campos petrolíferos en el noreste de Al-Hasaka (noreste), cerca de la frontera turca, en paralelo con el envío de más tropas con equipos militares y blindados hacia una zona que se extiende entre los mayores yacimientos petroleros y gasíferos.
Los estadounidenses también regresaron a los aeropuertos de Riba y Kharab al-Jeer, cerca
de la ciudad de Rumailan, en la provincia de Al-Hasaka.
En un primer paso, las fuerzas estadounidenses trabajarán para llegar a los campos y pozos petroleros en el noreste de Siria a fin de detectarlos y determinar sus capacidades productivas en paralelo con el despliegue de tropas en sus alrededores.
Luego, tratarán de rehabilitar su infraestructura, que resultó dañada durante los enfrentamientos de la autodenominada coalición contra el grupo terroristas EIIL (Daesh, en árabe), para que esos yacimientos vuelvan a estar operativos.
Los observadores estiman que los movimientos de EE.UU. son un intento orquestado para volver a ganarse la confianza de los kurdos, a fin de utilizarlos para ayudar a sus empresas a explotar pozos petroleros, y aliviar así la presión interna sobre el presidente Donald Trump a través de la reanudación de la cooperación con las milicias kurdas y eliminar así el entendimiento patrocinado por Rusia entre Damasco y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS).
No cabe duda de que el actual plan estadounidense en el noreste de Siria es un nuevo intento destinado a socavar la soberanía del país árabe y robar sus riquezas. Sin embargo, Damasco tacha de “ocupación” esta presencia y reitera su disposición a enfrentarla con todos los medios a su alcance.
Bashar Barazi, Damasco.
mhn/mjs
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