miércoles, 31 de mayo de 2017

Opinión: Injerencia hondureña y colombiana responde a estrategia para invadirnos

El binomio intervención e injerencia, actualmente, sigue siendo una realidad que se viene ejecutando en la República Bolivariana de Venezuela desde aquellos países cuyas crisis internas, hace que tengan que obedecer a los intereses imperiales estadounidenses, generando o acrecentando en Venezuela los conflictos internos que ocasionan graves consecuencias a la población.

La injerencia o intervención se explica, en parte, porque el comportamiento de algunos Estados en el ámbito internacional la mayoría de las veces se rige por parámetros políticos, intereses económicos y no jurídicos, buscando satisfacer intereses de poder y no de actuar conforme al Derecho Internacional. La preocupación de la sociedad venezolana y de algunos
países al respecto ha llevado a tener que explicar el resurgimiento y consagración de este principio como a nuevas interpretaciones de la forma de ejecutar la injerencia por parte del imperialismo utilizando como instrumentos ejecutores a los gobiernos de Colombia y Honduras quienes vienen manifestando descaradamente una supuesta preocupación por la situación interna de Venezuela cuando en sus sociedades internas están ocurriendo problemas iguales o peores que los que hoy sufrimos los venezolanos.

La injerencia en los asuntos internos de un Estado tradicionalmente ha sido perjudicial, ya que desestabiliza el orden en los demás países avivando desobediencia civil hacia las autoridades legítimamente constituidas. En ese sentido, la regla de no injerencia que anima a los Estados a resolver sus propios problemas internos y a evitar que se extiendan y conviertan en una amenaza para la paz y la seguridad internacional debe ser redefinida por todos los miembros de la comunidad internacional para evitar que lo que hoy le hacen a un país mañana le sea aplicado a otro.

En este orden encontramos dos casos recientes que  entran en la categoría de injerencia tal como lo grafíca lo hecho por el Presidente Juan Orlando Hernández de la República de Honduras, quien luego de regresar de una reunión con representantes del Presidente Donald Trump, en Estados Unidos ordeno difundir un comunicado entre las delegaciones diplomáticas acreditadas en Belice, mediante el cual se denota que está realizando una flagrante injerencia por parte de su Gobierno en asuntos internos de Venezuela; aún cuando entendemos que la Republica de Honduras no cuenta con la moral suficiente para criticar ninguna situación interna en ningún país ya que ellos viven desde el Golpe de Estado dado al Presidente Manuel Zelaya una profunda crisis institucional, social, política y económica que no tiene parangón en la historia centroamericana. Este pronunciamiento violatorio del derecho internacional público que ese gobierno termina de realizar no obedece más que a querer coquetear al imperio norteamericano, para poder acceder a créditos blandos que le permitan a ese gobierno “cipayo”, seguir gobernando a un pueblo con migajas de atenciones sociales y fundamentalmente con una imagen de supuesta democracia que en el fondo no es más que una represión encubierta donde  los ciudadanos están sometidos a una profunda crisis  social.

Igualmente se percibe que este pronunciamiento del Gobierno de Honduras, también forma parte evidentemente de esa estrategia que la OEA, como “Ministerio de Colonias del imperialismo estadounidense” está empujando a los países débiles para que  sumen elementos que permitan producir su anhelada intervención militar en la patria bolivariana.

Pero el elemento más grave y descarado que debemos atender no es el pronunciamiento Hondureño, sino la actuación de nuestro vecino, el Gobierno Colombiano, el cual viene realizando a través de su reciente lobby internacional, durante el cual se aprecia que ha colocado como elemento de negociación para obtener aquiescencia internacional de sus propuestas, la situación venezolana y así ganar prebendas internacionales, entre las cuales se encuentran un mayor acercamiento con Estados Unidos, dado que el Presidente Donald Trump se había mostrado un poco escéptico hacia los países latinoamericanos, es decir, había dejado de considerar al menos mediáticamente a Colombia como el brazo ejecutor de sus políticas injerencistas y su posible plataforma para su añorada intervención armada planteada realizar a Venezuela.

El gobierno de Venezuela y la población en general debemos estar claros que Colombia siempre ha sido un país dominado por una Oligarquía que ha mantenido una lucha frenética por pisotear a Venezuela, que ha realizado innumerables acciones con fuerzas irregulares, poder mediático e incursiones de fuerzas institucionales inclusive, hacia territorio venezolano, que ha prestado su territorio para establecer bases militares estadounidenses con propósitos encubiertos, los cuales incluyen un posible ataque a la República Bolivariana de Venezuela; Colombia es claramente la plataforma desde donde ante un ataque invasor a los venezolanos, se ejecutarían muchas acciones.

Es esto pues lo que explica que en la reciente gira del Presidente Neogranadino Juan Manuel Santos, haya abordado con el Presidente Donald Trump de EEUU, la supuesta preocupación estadounidense por la situación venezolana, y en su visita a Turquía, donde avizoró unos posibles campamentos o refugios que va construir para los desplazados venezolanos que según el gobierno colombiano, están  llegando en oleadas porque la crisis humanitaria en Venezuela los ha hecho emigrar. En este sentido pareciera que el Presidente Juan Manuel Santos, olvida la cantidad millonaria de desplazados colombianos que por verdadera situación conflictiva interna en su país, ya conocida mundialmente, ha recibido Venezuela, dándole vivienda y demás beneficios sociales al igual que el común de los venezolanos, es por ello que decimos que más allá de la situación planteada, sin ánimos de negar que exista una crisis actual en Venezuela, se trata meramente de su acostumbrada intervención o injerencia en asuntos internos  de Venezuela por parte del gobierno colombiano, quien  por cierto en los últimos días ha tenido que hasta suspender garantías constitucionales y decretar toque de queda en algunas regiones para contener los reclamos legítimos que  la población le viene realizando por motivos de violencia e inseguridad de sus propios ciudadanos.

Por tanto, debemos entender que tanto Colombia como Honduras  vienen realizando lo que algunos juristas han llamado la injerencia o intervención inmaterial o silenciosa, la cual consiste en una medida que no comporta una acción física ni presencia alguna en el territorio del Estado  injerenciado, que en este caso se trata de Venezuela.

Este tipo de injerencia se denota a partir  de la ejecución de expresiones de opiniones o llamamientos internacionales que versan sobre asuntos internos de Venezuela, mediante mediación diplomática, creación de comités y misiones de buenos oficios sin el consentimiento del gobierno del Estado venezolano, reiteradas campañas de difamación, calumnia o propaganda hostil realizadas con fines de intervención, el fomento a la rebelión o guerra civil que vienen haciendo, dedicándose a ayudar a la oposición política venezolana a realizar actividades ilegales y violentas. Asimismo, han difundido desde Colombia noticias falsas o deformadas que son también claramente interpretadas como injerencia, pero lo peor es que se evidencia que existe hacia ellos presiones coercitivas de tipo político, diplomático, judicial o económico, por parte del imperio para que actúen en contra de Venezuela, les hacen concertar con otros Estados acuerdos cuyo fin sea la intervención o injerencia en los asuntos internos o externos de Venezuela, e incitan, alentando o apoyando a grupos terroristas, contrarrevolucionarios o mercenarios, a las actividades de rebelión o secesión dentro del Estado, entre otras acciones encaminada a alterar la unidad o a socavar el orden político en la Venezuela bolivariana.

Ante esta realidad es necesario que el principio de no intervención sea no solo invocado desde los enunciados de la Carta de las Naciones Unidas, del Sistema Interamericano o desde el Derecho Internacional Público, pues el imperio ha demostrado no respetar estos principios meramente enunciativos, ante ellos es necesario más allá de lo enunciado el establecimiento de nuevas alianzas internacionales con  visión multilateral para el resurgimiento real de un mundo pluripolar que permita tener intereses estratégicos en la República Bolivariana de Venezuela de potencias equilibrantés del poder mundial como China, Rusia, Turquía o Irán y con ello contener las pretensiones del decadente imperio estadounidense de ser dueño absoluto de América del Sur para someter a los países del área a sus intereses y caprichos adueñándose de los recursos estratégicos que en estos se encuentran.

RAFAEL SOSA VARGUILLA

rafaeliginiososavarguilla@gmail.com

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