sábado, 2 de noviembre de 2019

Avanza el fascismo ante la ineptitud de las organizaciones comunistas

En el Estado español, al igual que en el resto de Europa, las llamadas democracias burguesas engrasan los mecanismos de sus viejos aparatos represivos para afrontar la gran crisis que padece el sistema capitalista y que tiende a profundizarse poniendo en jaque su propia supervivencia. 

Conscientes de que no es posible poner nuevos paños calientes a su modelo de producción, ni generar recetas mágicas que puedan aliviar el desafio inmediato, todas las instituciones preparan su receta histórica basada en la represión y la anulación de los pueblos.

En el Estado español, las clases populares somos víctimas de esta última crisis que permitió dar un breve respiro a banqueros y oligarcas a costa de eliminar cientos de miles de puestos de trabajo, así como de derechos adquiridos a lo largo de muchos años de luchas. La situación interna y cada día más insoportable de los trabajadores, unido al cambio de correlación de fuerzas entre los imperios occidentales frente al empuje económico y militar
de paises como China, Rusia, India, Irán y otros, llevan a un desgaste completo del velo democrático y tolerante que necesitaba el Estado para adocenar a nuestro pueblo.

La situación es cambiante por días, y ahora desde todas las instituciones del Estado se perfila el monstruo originario que lleva dentro la democracia española.

Los jueces, los partidos y la patronal, en definitiva, como esponsor de los anteriores, toman medidas para evitar cualquier discrepancia en los límites del Estado. Nuevas leyes antiobreras como el despido ante repetidas faltas justificadas por parte de los trabajadores pasan desapercibidas ante el silencio de los medios masivos de prensa y televisión. Otras reformas legislativas permiten criminalizar a las organizaciones que promueven marchas masivas aunque tengan carácter pacífico, como está ocurriendo en Cataluña. Se condena con penas de rebelión a quienes promueven un referendum a través de votaciones, dentro de la práctica habitual que se supone defiende esta falsa democracia.

Nuestro pueblo necesita ahora y siempre de los comunistas, necesita la dirección que hoy en día está al margen de cuanto ocurre en nuestro país. 

Y cuando hablamos de comunistas nos referimos a quienes deberían cumplir el papel de vanguardia, no porque aparezca en los documentos de Lenin, sino porque entienda que es imprescindible construir esa vanguardia, una vanguardia eficaz. El partido debe tener el suficiente dinamismo y empatía con los sectores populares que son víctimas del actual sistema, comprendiendo que para ponerlos en marcha contra el sistema es necesario contaminarse de la realidad de su pueblo, trabajar en la organizacíón del mismo y trazar estructuras que permitan poner en marcha al movimiento obrero y popular sin tener necesariamente que formar parte de ese partido.

En la actualidad, los partidos autodenomindados comunistas en nuestro país, con la salvedad del PCE, que obviamente hace años que renunció a la transformación de la sociedad, se encuentran encerrados como en un convento de clausura detrás de una montaña, y salen esporádicamente, y de forma previsible, cuando llegan las elecciones, llega una efemérides o hay algún modestisimo e insignificante evento del cual no es organizador y parte de otros colectivos o grupos empeñados en dar testimonio de su existencia. 

En esta situación es previsible que estos partidos comunistas desaparezcan sin dejar la menor huella dentro del movimiento obrero. La percepción que puedan tener sus militantes dentro del claustro con el estudio político es absolutamente contrastable con la influencia entre las masas las cuales apenas conocen su existencia.

Dentro de una concepción equivocada, estos partidos tienen el criterio erroneo de considerar que cuando se agudicen las condiciones de miseria en la sociedad, el pueblo se lanzará a los brazos de los comunistas, lo cual es algo absolutamente absurdo y acientífico, cuando no se ha realizado un trabajo de masas y no se ha puesto previamente en movimiento a nuestro pueblo. 

Un máster de marxismo leninismo no es suficiente para dirigir un movimiento para la transformación, al igual que un movimiento guerrillero necesariamente requiere del estudio de tácticas y estrategia militar, un partido debe conocer en las condiciones actuales los métodos y resultados de su trabajo con las masas.

En la actualidad, los diferentes partidos y grupos que se reclaman del marxismo leninismo, están a su vez enfrascados en una continua guerra entre ellos mismos por diferencias que, sin sentido alguno, les impiden llegar a acuerdos minímos de colaboración y a planes tácticos y estratégicos. Cualquier esfuerzo para sentarse una o mil veces si es necesario para trazar acuerdos, es inevitable si se pretende organizar a grandes sectores sociales. Bajar cuantas veces sea preciso para hablar con organizaciones que también se reclaman del marxismo leninismo no es un acto de debilidad sino de grandeza.  Y esto es una actividad previa para la formación de un gran movimiento de masas enfrentado al sistema.

Resulta patético que en lugar de entablar mesas de diálogos permanentes, unos se esfuercen por imitar, a su manera, los proyectos de otras organizaciones. 

La situación del movimiento obrero y de las masas víctimas del sistema capitalista en el Estado español es dramática en la actualidad, pero lo peor sería que quienes conocen a los enemigos de nuestro pueblo, quienes conocen las leyes de desarrollo social, quienes estudian o han estudiado una y mil veces el valor de la unidad, quienes saben que o vencemos o perecemos, se aferren a sus símbolos, a su estatus viciado y a su purismo sin dar un paso más allá de las montañas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar.