Por Armando Reyes.- Una reciente investigación confirmó los terribles efectos del uso de uranio empobrecido por EEUU en la invasión y ocupación de 2003 a Iraq, sobre todo en los niños.
Los resultados del estudio realizado por independientes revelan vínculos directos entre ese tipo de munición y las terroríficas malformaciones congénitas en los nacimientos.
Tras analizar cabello y dientes de cadáveres de nacidos con graves anomalías en zonas de cruentos enfrentamientos o cerca de las bases militares estadounidenses, los investigadores encontraron grandes niveles de Torio, un elemento químico producido por la desintegración del uranio empobrecido.
La pesquisa evidencia, por ejemplo, una relación directa entre vivir cerca de la base aérea norteamericana de Al-Talil, en el sureste iraquí, con grandes riesgos de dar a luz a un niño
con discapacidades congénitas.
Entre otros padecimientos, se incluyen enfermedades cardíacas, deformaciones de la columna y labio leporino, indicó Mozhgan Savabieasfahani, una investigadora independiente de origen iraní, radicada en Michigan, EEUU.
Coautora del estudio, Savabieasfahani denunció esos episodios en una entrevista con el portal estadounidense TruthOut.
La científica estima que el aumento de esas enfermedades ocurrió al uso de miles de bombas y municiones recubiertas con uranio empobrecido por el Pentágono.
Esa invasión y luego ocupación de una alianza liderada por Washington, la autorizó el entonces presidente George W. Bush (2001-2009) con el pretexto de que el país árabe poseía armas de destrucción masiva.
Tras años de una guerra devastadora con sangrientas consecuencias, Washington reconoció que Iraq carecía de ese armamento, pero el mal ya estaba hecho y sigue causando daño.
‘Cuando una bomba recubierta con uranio empobrecido golpea su objetivo, el incendio y el fuego provocan emisiones de pequeñas partículas radiactivas que el viento puede transportar por muchas millas y se contamina el aire que respira gente inocente’, apuntó Savabieasfahani.
La inhalación, agregó, puede causar cáncer de pulmón, en los huesos, en la piel y daños renales, así como defectos de nacimiento y envenenamiento químico.
Según la investigadora, esos ataques no fueron la única fuente de contaminación, pues terminaron destruidos miles de vehículos blindados, tanques y aviones, reforzados con uranio empobrecido que, al desintegrarse, emponzoñaron la atmósfera y las corrientes hídricas de la nación árabe.
Médicos y expertos iraquíes califican de genocidio el uso por Washington de esa munición y denunciaron el creciente número de bebés con discapacidades congénitas en áreas donde se registraron combates durante la invasión estadounidense.
Uno de esos lugares es la ciudad de Faluya, 50 kilómetros al oeste de Bagdad, donde las estadísticas reflejan aumentos dramáticos de cáncer en los niños, leucemia y abortos espontáneos.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud, titulado Resumen de la prevalencia de defectos congénitos reportados en 18 distritos seleccionados en Iraq, consigna la prevalencia de nacimientos con esos problemas.
Y, sobre todo, subraya el reporte, en áreas expuestas a bombardeos o combates intensos.
Esa investigación se llevó a cabo después de una alarma generalizada sobre los aumentos inusuales en los malos resultados reproductivos y de nacimiento en Iraq a partir de la invasión y ocupación comandada por el Pentágono.
La radiactividad emanada de las armas invasoras parece que se está esparciendo por todo el territorio iraquí por un número creciente de defectos de nacimiento en Mosul, Al-Ramadi, Najaf, Fallujah, Basora, Hawijah y Bagdad.
Mientras en otras provincias, los casos de cáncer aumentan en espiral ascendente, al igual que la esterilidad, los abortos espontáneos repetidos, las muertes fetales y defectos congénitos que en algunos casos ni están definidos por libro alguno de medicina.
Investigadores del Ministerio de Salud expresaron en una entrevista con la televisora británica BBC que esa situación compromete la próxima generación de iraquíes.
Prensa Latina
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