martes, 24 de marzo de 2020

Pentágono: Avance del COVID-19 mermará capacidad militar de EEUU

La expansión de la pandemia del COVID-19 puede afectar la capacidad militar de EE.UU., ha reconocido el secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper.

“Si esta pandemia [del nuevo coronavirus] continúa a la escala y el alcance que algunos están previendo, a medida que pase el tiempo se podrá notar un impacto en nuestra preparación”, ha adelantado este lunes Esper en una rueda de prensa celebrada en la sede del Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono).

El máximo representante militar del país norteamericano ha explicado que, hasta el momento, se han suspendido algunos ejercicios debido a la propagación del patógeno, denominado COVID-19, entre el personal militar, por tanto, Esper prevé que la postergación de estas maniobras puede afectar la capacidad de respuesta de las tropas.

Aunque matiza que, incluso con estas suspensiones, los efectivos estadounidenses están
preparados para llevar adelante las misiones dentro de las fronteras nacionales de Estados Unidos.

Previo a la declaración de Esper, el Pentágono ha reportado a través de una hoja informativa entregada a los periodistas que hasta la fecha se ha registrado 249 casos confirmados del COVID-19 entre su personal militar y civil, incluido un deceso. En concreto, hay 133 efectivos infectados, y los demás casos corresponden a personal civil, auxiliares y contratistas.

El número de nuevos casos de coronavirus en Estados Unidos superó los 41 000 el lunes, lo que convierte a este país en el tercero en cifras de infecciones en el mundo, solo por detrás de Italia y China. El número de muertos alcanzó 508, el sexto más alto del mundo.

Esta situación se produce mientras las principales críticas de los expertos estadounidenses van encaminadas no a la intensidad de las medidas que las autoridades han tenido que adoptar en estos últimos días, sino a la demora en dar a conocer una estrategia concreta para contener la propagación de esta afección a nivel nacional, cuando los primeros casos confirmados del COVID-19 en el mundo se registraron desde inicios de diciembre del año pasado.

De hecho, el propio presidente de EE.UU., Donald Trump, no dio importancia al riesgo global que suponía esta enfermedad vírica, que por primera vez se detectó a fines de diciembre en un mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan, pese a advertencia clasificada de las agencias de inteligencia estadounidenses en enero y febrero sobre sus riesgos letales.

Entre las medidas más drásticas anunciadas en EE.UU. para combatir la rápida expansión del virus entre la población y revertir la curva ascendente de los casos confirmados, se puede mencionar el toque de queda declarado en algunos estados como California, el más poblado con casi 40 millones de residentes, o Nueva York, cuyo territorio es considerado el epicentro de la afección en el suelo estadounidense. Algunos informes alertan que el coronavirus puede llegar a matar a una población de más de 2 millones de estadounidenses por la negligencia de Trump.

De hecho, hasta hace poco el líder republicano minimizaba ante la opinión pública los estragos iniciales del letal patógeno entre la población estadounidense.

krd/ncl/hnb

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