domingo, 20 de abril de 2025

Breve tregua de Pascua


“Si, por algún motivo, una de las dos partes lo pone muy difícil, simplemente vamos a decir sois idiotas, sois gente terrible y vamos a pasar”, afirmó el viernes por la noche Donald Trump en rueda de prensa para confirmar las palabras de Marco Rubio sobre la posibilidad de que Estados Unidos abandone el proceso de paz que inició junto a Rusia y Ucrania. “Pero esperemos no tener que hacerlo”, continuó. En su actual estrategia de presión a todas las partes, no solo a Rusia y Ucrania sino también a los países europeos, el trumpismo continúa dando señales contradictorias entre la euforia y la depresión que dejan completamente abierto el espacio a la interpretación. Ejemplo de ello es el análisis que la prensa está realizando de las declaraciones del Secretario de Estado Marco Rubio a su marcha de París tras la primera reunión en la que participaron representantes estadounidenses, ucranianos y europeos.

“¿Se lavarán Rubio y Trump las manos y se irán? La opción estaba implícita en la advertencia de Rubio de que «no es nuestra guerra», seguida del recordatorio de que «tenemos otras prioridades en las que centrarnos». ¿O en realidad se están lavando las manos respecto a Ucrania? Ese mensaje estaba implícito en el enfrentamiento de Trump con el presidente Volodymyr Zelensky en el Despacho Oval en febrero, cuando él y el vicepresidente JD Vance dejaron claro al mundo que la alianza de tres años de guerra entre Washington y Kiev se había hecho añicos”, escribía The New York Times en un artículo de análisis en el que ni siquiera se pasa por la cabeza del periodista la posibilidad de que el abandono de la guerra implique ceder el testigo de la dirección de la guerra a los países europeos, cuya postura se guía por el principio que planteó la primera ministra danesa, que afirmó que “la paz puede ser más peligrosa que la guerra”.

En caso de paso a un lado de Washington, la guerra quedaría en manos del Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Europea. Londres y París planean una misión militar armada que enviar a Ucrania, una presencia de la OTAN sobre el terreno que hace imposible cualquier acuerdo de paz con Rusia. En Alemania, el Gobierno que será investido el próximo mes de mayo habrá perdido a su partido más beligerante, los Verdes, aunque gana un líder para quien el envío de misiles capaces de alcanzar Moscú y que precisan la participación directa de soldados alemanes no es la línea roja que fue para Scholz. Más militarista y beligerante aún es la actual Unión Europea, cuya diplomacia está dirigida por una Kaja Kallas dispuesta a mantener hasta la eternidad el conflicto con Rusia y ampliarlo también a la guerra económica contra China, tensando aún más la cuerda de las relaciones internacionales, aislando más al bloque continental y haciendo más posible la continuación de cualquier conflicto en vigor.

La ceguera para quienes el análisis se confunde con sus temores convive en el espacio mediático con la interpretación de quienes publican sus deseos en forma de predicción. “Es cierto que las nuevas entregas de miles de millones de dólares más en armas estadounidenses a Ucrania pueden ser un giro de política impopular entre algunos partidarios de Trump, pero un renovado contraataque ucraniano en el campo de batalla podría alentar al Kremlin a reevaluar su posición negociadora. Nuevas sanciones estadounidenses, adecuadamente severas, sobre el petróleo y el gas rusos, y sobre quienes los compran, también han sido mencionadas como un posible medio para aplicar presión máxima sobre Moscú”, escribía, por ejemplo, CNN En Español para defender la posibilidad de que el paso atrás de Estados Unidos pueda ser en realidad el inicio de una política de máxima presión contra Rusia.

En su habitual estilo caótico, con declaraciones contradictorias y sin siquiera tratar de esconder el escaso conocimiento de algunos de los principales negociadores, el trumpismo se mueve entre anuncios de posible abandono del único esfuerzo diplomático que se ha puesto en marcha desde 2022 y las filtraciones sobre un inminente acuerdo de alto el fuego que, según un oficial de alto cargo de la Casa Blanca cuyo nombre queda oculto, podría firmarse tan pronto como la próxima semana.

“Tenemos un par de temas importantes que tratar hoy. Quiero informar a la primera ministra sobre algunas de las negociaciones entre Rusia y Ucrania, y también sobre algunos acontecimientos que han ocurrido”, afirmó JD Vance a su llegada a Roma para reunirse con Giorgia Meloni. “Incluso en las últimas 24 horas, creemos tener algunas cosas interesantes que informar, por supuesto, en privado. Así que, no prejuzgaré estas negociaciones, pero nos sentimos optimistas de que, con suerte, podremos poner fin a esta guerra, a esta brutal guerra”, añadió. Sus palabras son coherentes con la versión de Steve Witkoff, principal exponente del ala más favorable a la búsqueda de un acomodo de Rusia en el sistema internacional y en las relaciones políticas y, sobre todo, comerciales con Estados Unidos.

En referencia a la cuestión territorial, uno de los dos aspectos clave a la hora de alcanzar un acuerdo entre Rusia y Ucrania, el enviado de Trump para Oriente Medio e interlocutor principal entre Donald Trump y Vladimir Putin, afirmó la semana pasada que “cuando empiezas a mirar a estos cinco oblasts, a Rusia le importan y, por cierto, a Ucrania también le importan. Pero si algunas de esas regiones son más de habla rusa, serán menos importantes para Ucrania, ¿no?”. El desconocimiento de Witkoff de la realidad del conflicto, sus causas y las exigencias de las partes queda en evidencia con esa idea. Crimea, región en la que la lengua rusa es absolutamente mayoritaria y donde la cercanía a Moscú se ha manifestado con más claridad, es el territorio que Ucrania quiere recuperar a toda costa. Es más, el hecho de que la cuestión de Crimea no fuera parte de los acuerdos de Minsk es uno de los motivos por los que para Ucrania nunca fue viable su puesta en marcha. Frente a Donbass, que Kiev tuvo de la opción de recuperar por la vía del proceso de paz 2015-2022 y en la práctica rechazó hacerlo, Crimea ha sido siempre la principal obsesión de Ucrania. Así lo demuestra la preparación del Gobierno de Kiev para la reabsorción del territorio, los planes sobre qué hacer con la población y cómo expulsar o castigar a la población indeseada.

Según han publicado varios medios en las últimas horas, el plan de Estados Unidos parece ser una última oferta que las partes deberán aceptar o rechazar. Las palabras de Marco Rubio indican escepticismo y abren la puerta al abandono de la vía diplomática, mientras que Witkoff y Vance son las cabezas visibles de la facción optimista que se ve a las puertas de un acuerdo histórico. En una posición intermedia, Donald Trump aspira a lograr lo que prometió en campaña alegando que sería sencillo, pero advierte de la posibilidad de abandonar. Para no hacerlo, el presidente de Estados Unidos exige entusiasmo a Moscú y Kiev, algo que, incomprensiblemente, ya ve en sus interlocutores. “Creo que veo entusiasmo. Creo que lo veo en ambos lados”, afirmó el viernes por la noche con unas palabras que contrastan con la actitud de las partes, reticentes a los acuerdos de alto el fuego y que son conscientes de que la diplomacia va a exigirles concesiones a las que, a priori, no están dispuestas.

“La semana que viene, en Londres, queremos tomar una decisión sobre un alto el fuego total y completo. La intención es mantener [conversaciones] con los rusos y decirles: «De acuerdo, esta es vuestra mejor y última oferta», para saber en qué punto están ambas partes”, afirma The New York Post sobre las intenciones de Estados Unidos. Según esta versión, Ucrania y sus aliados europeos obtendrían la oferta en la segunda parte de la iniciativa diplomática celebrada esta semana en París y Rusia la recibiría posteriormente, por lo que el desenlace del actual trabajo en busca de las condiciones que las partes están dispuestas a aceptar a cambio de la paz se encontraría en su fase final.

Medios como Bloomberg han publicado en las últimas horas lo que, según sus fuentes, son los términos de la propuesta que Estados Unidos está dispuesto a plantear a Moscú, Kiev y sus aliados europeos. La iniciativa publicada no contiene grandes sorpresas y simplemente supondría aplicar las condiciones que desde el fracaso del ataque relámpago inicial ruso y la contraofensiva ucraniana de 2023 es prácticamente inevitable. El plan estadounidense supondría congelar el conflicto, con el frente convertido en frontera de facto. Como ya afirmó Pete Hegseth en su discurso a los miembros europeos de la OTAN, no es realista una invitación de adhesión a la Alianza como parte de un acuerdo de paz, por lo que esa posibilidad quedaría fuera de la agenda, aunque no se precisa por cuánto tiempo. No se precisa tampoco si Washington prevé proponer algún intercambio de territorios o si va a tratar de acomodarse a la exigencia ucraniana de recuperar el control de la central nuclear de Zaporozhie, situada en la ciudad de Energodar, bajo control ruso. Varios medios afirmaban ayer que Estados Unidos presentará un mecanismo de control del alto el fuego, una exigencia rusa para aceptar la tregua de 30 días que Washington obligó a Kiev a aceptar. Para satisfacer, o al menos aplacar, a Kiev y sus socios europeos, vuelve a ponerse sobre la mesa la cuestión de las garantías de seguridad, aunque no se ha publicado, por el momento, ningún dato específico.

El plan prevé también una relajación de las sanciones contra Rusia que, en gran parte, depende de los países de la Unión Europea, que insiste en aumentar la carga de medidas coercitivas contra Moscú. En términos territoriales, Bloomberg indica también la posibilidad del reconocimiento estadounidense de Crimea como territorio ruso, una medida que sería insuficiente para Moscú e inaceptable para Kiev. Pese a la previsible falta de entusiasmo que provocará la propuesta, tanto Ucrania como Rusia tendrán que responder a ella, valorando el riego de ser considerada el principal obstáculo para la paz. Por el momento, como gesto de buena voluntad, forma de probar a Ucrania y también muestra de que Rusia está dispuesta a pactar la paz, el Kremlin anunció ayer por la tarde la suspensión de operaciones militares hasta el próximo lunes. La tregua rusa de Pascua entró en vigor a las seis de la tarde hora de Moscú.

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