sábado, 31 de julio de 2021

A propósito de la declaración sobre Cuba del Alto Representante de la Unión Europea.

No podría decir que estoy sorprendido o defraudado con la declaración.

Realmente no esperaba otra cosa.

La Unión Europea está gobernada por fuerzas políticas de derecha que coinciden con el gobierno de Estados Unidos cuando se trata de lograr un cambio de sistema en Cuba.

Sin embargo, por alcanzar ese objetivo, pasar por encima de la dignidad europea nos parece exagerado. No han tenido el valor ni siquiera de llamar al bloqueo económico como “embargo”, tal como suelen hacer en sus documentos, no han tenido valor para referirse a las sanciones, sino apenas a “restricciones”, por supuesto no se podía mencionar por su nombre a quien las aplica.

Es una sesión de dignidad gratuita, vergonzosa.

¿Dónde están los intereses de las empresas europeas y ciudadanos que han sido

objeto de sanciones por causa del bloqueo?

No les importan, son el precio a pagar por el logro del objetivo supremo: la liquidación del socialismo en Cuba.

Reproduce cobardemente palabra por palabra la campaña mediática promovida y financiada por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, falsea de manera injerencista la situación en Cuba y no se atreve siquiera a repudiar a quienes alientan el odio y la violencia.  Desconoce que la inmensa mayoría del pueblo cubano lucha junto a su gobierno por vencer la pandemia y las enormes dificultades que impone el bloqueo yanqui del cual la UE se hace cómplice.

Siento pena por aquellos que creen que se puede esperar algo bueno de la UE.

La posición común desapareció y fue sustituida por el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación esencialmente porque supieron que Obama estaba negociando con Cuba y se quedarían aislados.

Podrán negarlo, pero ahí están los hechos y los documentos.

Esta clase política europea olvida que Estados Unidos no tiene aliados y mucho menos amigos, tiene sirvientes y siempre habrá un Donald Trump dispuesto a pisotear la dignidad europea y a recordárselo con su arrogancia.

Si los políticos dignos de Europa quieren realmente realizar una contribución a favor del pueblo cubano hay una única alternativa posible y es el empeño real en poner fin al bloqueo.

Tendrían dos herramientas básicas:

Primera, persuadir al Presidente Biden a retomar el curso del diálogo diplomático con Cuba. Los acuerdos adoptados por ambos países durante los últimos años de Obama muestran que hay margen para el entendimiento, por encima de diferencias ideológicas.

Segunda, empeñarse en el reforzamiento del comercio, la cooperación y las inversiones con Cuba, en interés del pueblo cubano y de la propia Europa.

El día que ello ocurra Europa volverá a conquistar el aprecio y respeto de los cubanos, mientras tanto será un actor hipócrita.

Como hipócrita es su preocupación por la democracia y los derechos humanos en Cuba.

Cuánto interés por Cuba y cuánto desinterés por lo que ocurre en varias naciones de América Latina.

Cuánto interés por Cuba y cuánto ignorar lo que ocurre dentro de sus propias fronteras.

El deseo de hacerle el coro a Biden pudo más que el sentido común.

Había una lección diplomática que extraer del fracaso del Departamento de Estado de EEUU, que luego de días de presiones sobre diversos gobiernos, apenas logró 20 firmas para su documento injerencista sobre Cuba, algunas de esas firmas muy lacayas.

Estrepitoso fracaso en la desprestigiada OEA. Se impuso la dignidad de un grupo de Estados latinoamericanos que rechazaron la manipulación injerencista.

¿No sienten vergüenza los representantes de Europa?

Por qué África, Asia y una buena parte de América Latina y el siempre digno Caribe no se suman a la condena a Cuba.

No predominan en esas regiones Estados socialistas, hay muchos gobiernos de derecha con discrepancias ideológicas con Cuba.

Quizás ya Europa no puede engañar a esos gobiernos hartos de que existan dos medidas. Una para enjuiciar a los países del Tercer Mundo y otra bien diversa cuando se trata de mirar hacia dentro de las propias fronteras de Europa.

Muchas cosas más se podrían decir, pero me voy abstener.

Apenas una última pregunta ¿cuantos disidentes puede haber en Cuba?

¿Un millón, dos millones?

Gracias a Borrell y a sus colegas, los otros 9 millones de cubanos saben perfectamente qué se puede esperar de ellos.

29 de julio de 2021.

Un lector de Europa por Cuba

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