domingo, 22 de octubre de 2017

Alberto Garzón se arroja en brazos del Estado fascista y centralista

Por Juan Manuel Olarieta. - No hace más que seguir una tradición característica de los dirigentes de Izquierda HUndida desde su fundación hace más de 30 años, empezando por Gerardo Iglesias y con Anguita de fantoche estrella. Son las secuelas de otra tradición, la del PCE, desde los años cincuenta y, muy especialmente, su colaboración en el enmascaramiento del fascismo durante la transición.

A pesar de décadas de traición declarada y descarada, Alberto Garzón se sigue calificando de “comunista” y pontificando en su última entrevista (*) donde se pueden leer estupideces acerca de los “ricos y pobres” y otras del calibre de “las ‘clases populares’ a ratos sustituyen como sujeto político a la más clásica ‘clase obrera’”, algo que por suerte o por
desgracias sólo ocurre “a ratos”, pero otras veces no.

Pero sobre todo Garzón hace lo que mejor sabe: posicionarse a favor del Estado centralista y fascista en plena lucha del pueblo de Catalunya por su derecho a la autodeterminación. A esto la Internacional Comunista lo llamaba “socialfascismo”, que es el punto de llegada en el que desemboca siempre el reformismo.

Lo mismo que todos los charlatanes, Garzón enfrenta a la clase obrera con los derechos nacionales, como si fueran cosas opuestas, para acabar concluyendo que “la independencia de Catalunya no va a permitir a las clases populares vivir mejor ni emanciparse del capitalismo”, lo cual es absolutamente falso.

Lo que Garzón oculta es que Catalunya es una nación, por lo que la independencia es una de tantas revivindicaciones democráticas que la clase obrera, toda la clase obrera, incluyendo la española, no sólo debe apoyar o solidarizarse sino que deben ponerse al frente y dirigirla, como cualquier otra lucha justa dirigida contra el Estado.

Todo el esfuerzo de los socialfascistas, como Garzón e Izquierda Undida, va dirigido precisamente a impedir que la clase obrera dirija la lucha de Catalunya por sus reivindicaciones nacionales, porque se trata precisamente de eso, de dejarlo en manos de la burguesía, para luego acusar al movimiento nacionalista de “burgués”, que para los demagogos “de izquierda” debe ser algo así como la peste.

No sólo “lo burgués” es siempre ajeno a “lo obrero” sino que deben parecer enfrentados en cualquier circunstancia. Ese es el corto esquemita que sobre la lucha de clases tienen en su cabecita los tipos como Gazón.

Naturalmente, ese esquemita cutre lo extienden a su noción de “internacionalismo” que, de la misma manera mecánica, lo consideran opuesto al “nacionalismo”, una etiqueta repartida a todo un amplio movimiento de masas. Por si esos sujetos degerados no han viajado nunca a Catalunya, deberían ver fotos de las movilizaciones populares que hay por todos los rincones, donde la lucha ha alcanzado una escala típica de cualquier movimiento nacional.

Los atolondrados socialfascistas deben aprender que en un movimiento nacional tan amplio no sólo participan los nacionalistas sino todos. ¿O no han digerido aún que el internacionalismo surge precisamente para defender los intereses nacionales de los pueblos oprimidos por el colonialismo y el imperialismo?, ¿qué creen ellos que fue la Internacional Comunista?

En contra de lo que Garzón dice, el derecho de autodeterminación no sólo lo exigen “las partes más ricas”. ¿O se ha creído que en Catalunya las partes “más ricas” suman millones de personas y que son ellas justamente las que salen a la calle a que la policía les rompa la cabeza?

¿Nos quieren hacer creer los socialfascistas que cuando Marx y Engels defendieron la consigna “Proletarios del mundo, ¡uníos!” se referían a la unión forzosa de trabajadores de naciones diferentes dentro de un mismo Estrado?, ¿eso es todo lo que han entendido? Dan pena...

Al respecto, en la tradición marxista no hay “de todo” sobre el derecho de autodeterminación, como Garzón pretende hacer creer. En Catalunya la reciente batalla ha dibujado una raya en el suelo. El que no defienda la autodeterminación no sólo está fuera del marxismo, sino fuera de la democracia. Dentro y fuera de Catalunya está con el fascismo, es un fascista y hay que tratarle como tal. No hay otra etiqueta para él.

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