sábado, 16 de julio de 2022

Armas occidentales, inteligencia y táctica


Ucrania continúa anunciando a bombo y platillo su próxima ofensiva para recuperar los territorios costeros temporalmente ocupados, es decir, la región de Jerson y el sur de Zaporozhie. En marzo, en un momento en el que varios medios prácticamente daban por hecho un acuerdo de alto el fuego entre Rusia y Ucrania, Moscú mostró de forma implícita su voluntad de abandonar esos territorios tal y como haría horas después con los territorios al norte de Kiev. Sin embargo, ese abandono ruso de una zona estratégica y en la que había logrado el control (no era el caso en Kiev, donde los duelos de artillería estaban causando un número excesivo de bajas sin posibilidad alguna de avance sobre la capital ucraniana) implicaba concesiones: Ucrania se vería obligada a admitir la pérdida de Crimea y de Donbass. Sin interés por negociar unas fronteras de Donbass que no implicaran la pérdida de todo el territorio y rechazando abiertamente admitir la pérdida de Crimea, Ucrania apostó por la guerra hasta el final.

Apenas unas horas después de que el negociador ruso, Vladimir Medinsky, anunciara lo que creía era una posibilidad de acuerdo, la parte ucraniana utilizó el mismo método que había utilizado durante siete años en el proceso de Minsk: tratar de reescribir la propuesta rusa. Fue el final de un proceso de negociación que siempre fue francamente improbable, ya que Rusia y Ucrania no solo negociaban cuestiones territoriales, sino aspectos como las garantías de seguridad que implicaban a terceros países.

El Ejército Ucraniano, que se mantiene pese a las derrotas sufridas en Mariupol, Popasnaya o Severodonetsk-Lisichansk, se ha reforzado en este tiempo gracias a las enormes cantidades de financiación y armamento enviados por los países occidentales. Por el momento, esa nueva fuerza se ha traducido en más destrucción en las Repúblicas Populares y más presión a las tropas rusas y republicanas, especialmente en aquellas zonas en la que el número de efectivos es más escaso.

Facilita la tarea de Ucrania de presentar una futura ofensiva como un éxito seguro la labor de las imágenes que se publican en los medios. Frente a los daños causados por la artillería y los misiles ucranianos, que sí se publican en la prensa rusa y republicana, Ucrania prohibió al principio de esta fase de la guerra la emisión y difusión de las consecuencias de los bombardeos y ataques de misiles rusos. De esta forma, mientras que la destrucción de depósitos de munición rusos es emitida por los medios, no es el caso de los depósitos de munición ucranianos, que también están siendo destruidos por los ataques rusos. A esa sensación ayuda también el hecho de que la prensa extranjera esté manteniendo total lealtad a las exigencias ucranianas.

En esa labor de tratar de presentar un cambio de tendencia en el frente que, al menos por el momento, no es tal, Ucrania está explotando también los éxitos, reales o imaginarios, del armamento occidental. Cada éxito militar ha de ser explicado por el uso de armas occidentales, una forma de minar la moral del oponente, justificar su propia valía y exigir aún más armas a sus socios. En esa labor tienen especial presencia los tan esperados HIMARS.

Sobre los HIMARS

Artículo Original: Colonel Cassad

En la actual fase, los HIMARS están siendo utilizados a la misma distancia que pueden operar los Tochka-U. Incluso el ataque nocturno contra Lugansk no fue realizado únicamente con HIMARS sino también con el uso de misiles Tochka-U. Como se ha podido ver, por el momento no ha habido ningún cambio fundamental en el rango de destrucción. En meses anteriores, proyectiles han volado a Berdiansk, Taganrog, Milerovo, región de Belgorod, etc. Sin necesidad de HIMARS y a pesar de que algunos fueron derribados. Por supuesto, hay misiles de mayor rango para HIMARS, pero o no se han entregado aún o, si ha sido así, no han sido utilizados. Diría que la probabilidad de ese suministro es alta. El Pentágono ya ha dado el visto bueno a ataques dentro del territorio de la Federación Rusa.

Como ya han apuntado fuentes sobre el terreno, el uso de HIMARS se produce junto a otros lanzacohetes (Grad, Uragan, Smerch) y misiles Tochka-U. La tarea de los viejos misiles soviéticos es saturar las defensas aéreas con múltiples disparos y aumentar las posibilidades de que los miles HIMARS lleguen a su objetivo. Como vemos con el episodio de Novaya Kajovka, los misiles HIMARS pueden ser derribados de la misma forma que los misiles Uragan o los propios Tochka-U. Precisamente porque es posible, el oponente usa lanzamientos masivos de misiles contra un objetivo específico para aumentar las posibilidades de éxito.

De ahí que el problema no sean los HIMARS, que son simplemente un buen sistema lanzacohetes, sino el cambio de táctica del enemigo, que usando información técnica y de inteligencia, centra su atención en los puntos logísticos y de comando a las Fuerzas Armadas Rusas, tratando de actuar en el marco del concepto de guerra centrada en las redes, intentando así obstaculizar las cadenas de suministro y deshabilitando elementos de la estructura del comando.

Estoy convencido de que el cambio en la táctica de bombardeos es decisión de Estados Unidos o la OTAN, que designan los objetivos, garantizan el suministro de las armas necesarias para ello y posiblemente estén directamente involucrados en garantizar la operatividad de los equipos. El Ejército Ucraniano no es más que una cara y una actuación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar.